En la Universidad nos enseñan el código deontológico que debe seguir todo docente. Si lo cumplimos, se supone que llegaremos a ser profesionales y virtuosos de la docencia. Las virtudes que debemos alcanzar son las siguientes:
JUSTICIA:
• la acción de educar recae sobre otra persona.
• ser justo es dar al otro lo que corresponde.
• la niña y el niño tiene derecho a que la maestra o el maestro actúen
como tales, estableciéndose entre ellos una relación de justicia.
TEMPLANZA:
• necesario tener temple, dominio de sí mismo, equilibrio psicofísico.
• necesario conocerse a sí mismo.
• la falta de templanza supone la falta de paciencia, la cólera.
AMOR A LA VERDAD:
• se concreta en el amor a la sabiduría y amor al educando.
• el educador es un guía en la búsqueda de la verdad y del bien.
• no sólo es enseñar conocimientos, es enseñar la ilusión por la vida.
CONFIANZA:
• las niñas y niños confían de manera plena y espontánea en la
maestra y el maestro.
• fallar en ella es traicionar lo más profundo.
AUTORIDAD:
• Implica confianza y respeto.
• Supone el prestigio y la ejemplaridad de la conducta personal.
RESPETO:
• Respeto a cada niña y niño como seres únicos e irrepetibles.
• Respeto a la intimidad (secreto profesional).
• Respeto a la conciencia personal (fe y costumbres).
• Cuidado del lenguaje, de los modos, de la estética, del decoro.
Sin embargo, al haber realizado las prácticas, pudimos descubrir que nuestra tarea es mucho más complicada y que precisa de unas habilidades más numerosas. Un buen docente, debe reunir el máximo de las cualidades siguientes:
Prefiere escuchar en lugar de oír. Es un apasionado de la escucha activa. El mejor docente del mundo escucha, pero no se escucha.
Es empático. Es capaz de ponerse en la piel de sus alumnos, de interesarse por ellos, de asentir con la cabeza cuando le manifiestan una preocupación, celebran una triunfo o reconocen una derrota.
Prioriza la inteligencia emocional sobre la inteligencia intelectual.
Prefiere enseñar en lugar de explicar.
Cree en las Nuevas Tecnologías, pero las concibe como una herramienta más de aprendizaje y no como un sustitutivo del docente.
Cree en la bidireccionalidad de lo que enseña. Siempre enseña, siempre aprende.
Cree en la cooperación como una forma de aprendizaje.
Es capaz de ser resiliente y enseñar a sus alumnos qué entendemos por resiliencia. Es capaz de afrontar las adversidades de sus alumnos y transformarlas en un aprendizaje vital.
Enseña, pero sobre todo inspira.
No busca la perfección, sino la excelencia de sus alumnos.
Enseña desde el respeto, no desde la autoridad, el castigo y el miedo.
Formula preguntas abiertas, evita las preguntas cerradas.
Prefiere antes fracasar que repetir un error.
Transforma sus ideas en proyectos.
Entiende las críticas como una forma de lograr el éxito.
Hace que los alumnos aprendan de los propios alumnos.
No busca respuestas, busca buenas preguntas.
Ha sido capaz de transformar el tiempo. Es el dueño de su tiempo porque ha aprendido a controlarlo, a transformarlo en beneficio de su felicidad.
Cree en el conflicto como una oportunidad. Cree en el conflicto entendido como algo positivo, donde el problema no está por encima de la persona, donde la acusación se torna diálogo y donde la unidireccionalidad de la razón se sustituye por la negociación y el acuerdo.
Defiende la Escuela Inclusiva, una Escuela de todos y para todos.
Entiende que la productividad no tiene sentido sin la reflexión.
Cree en la medición por encima de la sanción.
Su vaca favorita es la de color púrpura.
Sabe que ha nacido para marcar la diferencia.
Ha elegido ser feliz. El mejor docente del mundo está convencido de que la felicidad es un deber y en ese deber debe poner su máximo empeño.
¿Qué opináis? ¿Pensáis que sobra o falta alguna cualidad? Todo consejo u opinión será bien recibido: ¡Ayudadnos a ser mejores docentes !
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